LA CONQUISTA DEL REINO DE NAVARRA
Dentro de la Historia de Navarra, uno
de los acontecimientos más estudiados (y también por desgracia, más
manipulados) es el tema de la conquista del Reino de Navarra por Castilla en
1512. Ha sido objeto de múltiples debates por parte de los historiadores
durante bastante tiempo e incluso levanta polémica a día de hoy: ¿fue
simplemente la conquista de un reino por otro en medio de un contexto bélico a
nivel internacional?, ¿una anexión con duras consecuencias para Navarra? En este
nuevo artículo, trataré de explicar cómo y por qué se produjo este hecho
decisivo en la Historia navarra. Para ello, empezaré con sus antecedentes,
desarrollaré la conquista y finalizaré con una conclusión.
Como en cualquier hecho histórico, para
explicarlo, es necesario conocer sus antecedentes primero. Situémonos a finales
del siglo XV, en 1479. Un niño llamado Francisco Febo se convierte en rey de
Navarra. Hijo de Gastón (Conde de Foix), y Magdalena de Francia (hermana del
rey Luis XI de Francia), su llegada al trono se produce en un momento muy
delicado para el reino navarro: está agotado y dividido tras una Guerra Civil
entre Carlos (Príncipe de Viana, apoyado por la facción nobiliaria de los
Beaumonteses), y su padre el rey Juan II de Aragón (apoyado por los nobles
Agramonteses). Además, se había convertido en una pieza más en el tablero de
juego peninsular que protagonizaban los reinos de Castilla y Aragón; que ese
mismo año formaron una unión dinástica tras el matrimonio entre Isabel I de
Castilla y Fernando II de Aragón.
Con la llegada del joven Francisco al
trono, entraba en Navarra una nueva dinastía de origen francés: la Casa de
Foix. Esta tenía un amplio poder y dominios territoriales al S de Francia (el
Condado de Foix, el Vizcondado de Bearne, Bigorra, Marsan y Gavardan). Esto
supuso que el Reino de Francia ejerciera una creciente influencia sobre
Navarra. Mientras tanto, el rey de Aragón Fernando el Católico, quedó
prudentemente a la espera del desarrollo de los acontecimientos. Sus intereses
territoriales y políticos en Italia chocaban directamente con los franceses y
ahora también con sus intereses en el Reino de Navarra, ya que la poderosa
facción Beaumontesa (que anteriormente había luchado contra su padre), ahora le
apoyaba.
Magdalena de Francia, en aquel
momento regente del reino ante la minoría de edad de su hijo, consciente de la
difícil situación, decidió pactar una tregua en Zaragoza en 1479. Consiguió que
Fernando el Católico apaciguara a sus partidarios, obligándoles a jurar lealtad
al nuevo rey navarro. A cambio, Magdalena de Francia intercedería para que su
hermano Luis XI les devolviera antiguos territorios que había confiscado. A
simple vista, parecía que Navarra ganaba estabilidad y tranquilidad. Sin
embargo, el rey Francisco Febo murió en Pau en 1483, poco después de su
coronación. De nuevo, volvía la inestabilidad al reino. Aunque el testamento
otorgó la sucesión a la hermana de Francisco, Catalina; que se convirtió en
reina con apenas trece años; había que casarla con un príncipe de otro reino
para asegurar cierta estabilidad. Las Cortes navarras y Castilla intentaron sin
éxito un enlace entre Catalina y Juan, heredero castellano. Finalmente, fue el
rey de Francia el que se llevó el gato al agua al lograr un matrimonio entre la
princesa y el noble francés Juan de Albret[1].
Esto empeoró las relaciones con
Castilla, ya que colocaba al Reino de Navarra directamente bajo la órbita
francesa. Incluso la nobleza Agramontesa (partidaria de los monarcas navarros)
quedó descontenta, ya que preferían evitar una mayor influencia francesa en el
gobierno. Así pues, los nuevos monarcas, Catalina y Juan, comenzaban su reinado
(1483-1512), de forma complicada, rodeados de enemigos y con pocos apoyos.
Durante varios años, trataron de mantener su soberanía y autoridad, aunque cada
vez era más difícil. Por un lado, debían apoyarse en Castilla y Aragón para
controlar a Luis de Beaumont (líder de los Beaumonteses de gran poder e
influencia en el reino) y evitar una nueva guerra civil, y al mismo tiempo,
defender sus intereses territoriales en el S de Francia de las ambiciones cada
vez mayores del rey Luis XII[2];
al que debían vasallaje. ¿Cuánto podía aguantar el reino en una situación tan
precaria?.
Este frágil equilibrio empezó a
resquebrajarse en 1504. Fernando el Católico se casó con Germana de Foix (cuya
familia también reivindicaba el trono navarro) para debilitar al reino. Por si
fuera poco, en 1507, Catalina y Juan tuvieron que sofocar una revuelta Beaumontesa.
Sus bienes fueron confiscados y sus plazas ocupadas (Viana, Andosilla, Lerín y
Mendavia, entre otras). A partir de 1510, la coyuntura internacional empezó a
afectar también al reino. El conflicto entre Francia y la Monarquía Hispánica
por distintas posesiones italianas se complicó cada vez más. Los reyes de
Navarra, que además habían recibido otro golpe; la confiscación de todos sus
bienes por el rey Luis XII y el Parlamento de Toulouse[3];
optaron por mantenerse al margen de la situación.
Los acontecimientos se precipitaban
rápidamente, atrapando a Navarra en un callejón sin salida. El Papa,
Inglaterra, Castilla y Aragón se unieron contra Francia en una alianza bajo el
nombre de Santa Liga. Catalina y Juan debían elegir: apoyar a Luis XII de
Francia para conservar el reino y los pocos territorios y derechos que les
quedaban, o unirse a la Santa Liga. De nuevo, no se comprometieron con ninguno
de los bandos. Esta decisión traería dramáticas consecuencias para Navarra.
Abril de 1512: se produce un nuevo
giro de la situación. Muere Gastón de Foix, aliado y cuñado de Fernando el
Católico. Para evitar que el reino de Navarra caiga en manos de Germana de
Foix; puesto que también reclamaba sus derechos sucesorios; Francia decide
intentar un acercamiento a los monarcas navarros, y decide restablecer los
contactos diplomáticos para atraer a Navarra a su lucha contra la Santa Liga. La
respuesta de Fernando el Católico no se hizo esperar: solicitó al Papa Julio II
que amenazara con excomulgar a Catalina y Juan si se aliaban con Luis XII. La
presión diplomática cada vez era más intensa y en junio llegó al límite. Si los
reyes de Navarra no dejaban pasar a tropas españolas e inglesas camino de
Francia, el reino sería invadido. En el último momento, el comandante militar
Pedro de Navarra intentó evitar la guerra negociando con el monarca aragonés,
ofreció el apoyo del reino a la Santa Liga a cambio de no permitir el paso de
ningún ejército francés hacia territorio español. Fracasó, no hubo acuerdo. La
neutralidad de Navarra era ya imposible de sostener, el inicio de las
hostilidades era solo cuestión de tiempo.
¿Cómo reaccionaron Catalina de Foix y
Juan de Albret? En forma de tratado. El 18 de julio de 1512, el Reino de
Navarra y el Reino de Francia firmaron el Tratado de Blois. Ambos se aliaron política
y militarmente. Luis XII devolvería todos los bienes incautados a los reyes
navarros a cambio de su apoyo contra la Santa Liga. Aunque este acuerdo parecía
reforzar la neutralidad del reino al denegar el paso de ningún ejército, en la
práctica, colocaba a Navarra frente a Castilla e Inglaterra. Dicho de otro modo,
directamente contra Fernando el Católico.
Este no perdió el tiempo. Apenas un
día después, el 19 de julio, un ejército compuesto por 12000 soldados, 2500
jinetes y 20 cañones al mando de Fadrique Álvarez de Toledo (Duque de Alba),
invadió Navarra entrando por Lecumberri y Etxarri Aranaz. Además, estaban
apoyados por 700 hombres capitaneados por Luis de Beaumont (Conde de Lerín) y
el Duque de Nájera. Una parte de la nobleza Agramontesa apoyó al ejército
castellano. Pedro de Navarra y los reyes Juan y Catalina se retiraron
rápidamente hacia Orthez para organizar un contraataque desde allí, ya que
prácticamente no hubo tiempo para defender el reino. Cabe destacar la
resistencia de la zona del Valle del Roncal y algunas ciudades como Tafalla,
Estella o Tudela, que resistieron todavía un mes y medio más a un ejército más
fuerte y numeroso. Aunque el avance castellano fue momentáneamente frenado en
el valle de la Barranca, llegaron hasta la capital, Pamplona, que se rindió sin
luchar el día 25 de julio. A finales de agosto, a Fernando el Católico solo le
quedaban por conquistar la zona de Ultrapuertos[4]
(que también formaba parte del reino) y vencer la resistencia que aún quedaba
en el Roncal. El día 10 de septiembre la conquista ya había finalizado. En
menos de dos meses, el viejo reino había sido conquistado por Castilla.
En el frente diplomático, no menos
importante, Fernando el Católico solicitó al Papa una Bula (documento oficial)
para justificar la conquista e intitularse rey de Navarra. En dicho escrito,
Catalina y Juan fueron acusados de cismáticos, es decir, enemigos de la
Iglesia. Esto supuso el golpe definitivo a los últimos reyes de Navarra, que
perdían todo derecho y soberanía sobre el reino, que pasó a manos de Fernando
tras proclamarlo rey las Cortes de Navarra en marzo de 1513; a cambio de jurar
sus Fueros.
En los años posteriores, los Albret
intentaron recuperar el Reino de Navarra: en noviembre de 1512, en 1516 y en
1521. Fueron rechazados una vez tras otra por los castellanos, con apoyo de guipuzcoanos,
aragoneses y alaveses. Uno de los últimos focos de resistencia fue el del
Castillo de Amaiur, donde un grupo de caballeros navarros Agramonteses, al
mando de Jaime Vélaz de Medrano, lucharon durante varios meses, hasta su
capitulación, en julio de 1522. La nobleza Agramontesa juró fidelidad al rey Carlos
V a cambio de su perdón y el Cardenal Cisneros ordenó destruir la mayoría de
las fortalezas de Navarra para evitar levantamientos. Aunque hubo notables excepciones
como el Castillo de Javier o el Castillo de Marcilla.
La conquista y la definitiva
incorporación a Castilla en 1515 supusieron el fin del Reino de Navarra como
entidad política y territorial independiente tras casi ocho siglos de
existencia. Sin embargo, mantuvo su singular condición de reino propio con sus
instituciones de gobierno (las Cortes, el Consejo real y la Cámara de Comptos)
y sus Fueros. A la luz de estos hechos, surgen nuevos interrogantes: ¿hubiera
podido mantenerse Navarra como reino independiente? No lo sabemos con certeza,
pero es difícil de sostener, ya que en 1512 el reino se hallaba en una
situación de extrema debilidad, atrapado en un conflicto entre gigantes
(Castilla-Aragón y Francia), y dividido en facciones nobiliarias. El viejo
reino intentó mantenerse en pie con un difícil equilibrio diplomático; a pesar
de la inestabilidad de sus últimos monarcas; aunque finalmente el contexto
político internacional y el choque de intereses acabaron por asfixiar a Navarra,
que fue conquistada y anexionada, pero conservando sus leyes e instituciones. ¿Y
si el Reino de Francia hubiera recuperado Navarra? Tampoco podemos asegurar que
Navarra hubiera sido un reino independiente, pues Francia y sus monarcas cada
vez eran más poderosos, ampliaron sus territorios y habían sometido a buena
parte de la nobleza gala, por lo que es muy complicado afirmar que los
Foix-Albret hubieran podido conservar su soberanía como reyes navarros. En
conclusión, hay algo de lo que no hay duda: la Conquista de Navarra cambió para
siempre la Historia de esta tierra.
Fuentes:
Floristán
Imízcoz, Alfredo. Historia de Navarra
III. Pervivencia y Renacimiento (1521-1808). Pamplona, Colección Temas de
Navarra, 1994
Ramírez
Vaquero, Eloísa. Historia de Navarra II.
La Baja Edad Media. Pamplona, Colección Temas de Navarra, 1994
Menezo, Juan
José. Reinos y Jefes de Estado desde 712.
Madrid, Historia Hispania, 2005
VVAA. Semana de estudios medievales de Estella. En
los umbrales de España. La Incorporación del Reino de Navarra a la Monarquía
Hispánica. Pamplona, Gobierno de Navarra, 2011.
VVAA. Atlas Histórico visual de Navarra.
Pamplona, Gobierno de Navarra, 2005.
[1] Perteneciente a una importante familia, sus dominios se extendían por Albret, Limoges, Perigord y Turena.
[2] Sucesor en el trono de Francia tras la muerte de su primo Carlos VIII, hijo de Luis XI.
[3] Equivalente actual a un tribunal de Justicia.
[4] Este territorio fue abandonado en 1530 por la dificultad para su defensa, e incorporado de nuevo a Francia en 1610.