EL
DÍA D II: UTAH Y STE-MÉRE-ÉGLISE
Todavía
es medianoche en Normandía. La maquinaria bélica Aliada ya avanza hacia la
costa para empezar la mayor invasión anfibia de la Historia, en una operación
que va a marcar el desenlace de la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes no
saben lo que se les viene encima: 157000 soldados aliados (incluyendo 23000
paracaidistas), más de 6000 buques de guerra y 11000 aviones. Hay un factor que
también entró en juego a favor de los Aliados aquella jornada: la suerte. En
esos instantes, Rommel ha viajado a su tierra a celebrar el cumpleaños de su
mujer, Hitler duerme profundamente en el Berghof (su residencia alpina) y otros
comandantes en Normandía están en Rennes, preparando unas maniobras militares. Hasta
el mariscal Von Rundstedt estaba lejos de la acción, en el cuartel general
alemán en París. Los principales altos mandos nazis están fuera de juego. Como
veremos, estas circunstancias fueron muy importantes para el éxito de la
invasión. Además, para complicar aún más las cosas, el tiempo no es muy bueno,
lo que hace creer a la Wehrmacht que no habrá ningún ataque durante esas
semanas.
El primer paso
de las fuerzas aliadas fue asegurar el O del río Vire, en la base de la
península de Cotentin. Este flanco occidental de la invasión era fundamental,
había que establecer una sólida cabeza de playa y cortar la península para
después poder avanzar hacia un objetivo vital: el puerto de Cherburgo. A las
00:15 h de la noche, soldados especiales norteamericanos de la OSS[1] cayeron
en paracaídas sobre suelo normando y empezaron a colocar balizas luminosas para
señalar el camino a las divisiones de paracaidistas 101ª y 82ª
Aerotransportadas. Una parte de estos se raparon el pelo al estilo indio y se
pintaron la cara de negro, lo que les daba un aspecto más "guerrero".
Al mismo tiempo, se lanzaron muñecos explosivos vestidos de soldados para
confundir a los alemanes. Además, se enviaron mensajes encriptados por radio a
la Resistencia francesa, que empezó inmediatamente a cortar cables de teléfono,
destruir líneas férreas, y a sabotear depósitos de combustible y almacenes de
municiones por toda Francia. Estas acciones sirvieron para retrasar la
respuesta alemana a Overlord. No hay que olvidar el enorme riesgo que
conllevaban para los miembros de la Resistencia, ya que la Gestapo, las SS y el
ejército alemán perseguían y ejecutaban a cualquiera que ayudara o perteneciera
a esta organización clandestina gala. Hacia la 1:30, los enormes aviones de
transporte Douglas C-47 (también llamados Dakota) y C-54, y los planeadores
Horsa y Waco (para transportar equipo, hombres y suministros) llevaron a los
paracaidistas de la 101ª División Aerotransportada hasta las zonas de
lanzamiento. Casi al mismo tiempo, las baterías antiaéreas germanas abrieron
fuego contra los aviones, iluminando el cielo nocturno. Los civiles franceses de
la zona quedaron sorprendidos ante el espectáculo, aunque todavía no eran
conscientes de lo que ocurría: había comenzado la liberación de su país.
Aunque
inicialmente algo dispersos, los paracaidistas se organizaron rápidamente y
comenzaron a tomar posiciones y atacar sus respectivos objetivos. Para empezar,
aseguraron la carretera elevada que conducía directamente a una de las playas
de desembarco (Utah). Aquí tendieron una emboscada a las fuerzas alemanas del
919º Regimiento de Granaderos que se retiraban tras los desembarcos aliados. En
pocas horas, establecieron contacto con la 4ª División de Infantería en la
llamada Salida 3. Otro batallón aliado capturó la batería cercana al pueblo de
St-Germain-de-Varreville y organizó un perímetro defensivo. Hubo escasa
resistencia alemana en ambas zonas. Por otra parte, otros batallones cayeron
dispersados y casi no entraron en combate, ya que necesitaron varias horas para
reagruparse. Todos los objetivos estaban cumplidos, ahora faltaba esperar el
contraataque alemán.
A las 2:30, la
82ª Aerotransportada saltó sobre Normandía. Muchas unidades cayeron desperdigadas
y alejadas de sus objetivos. El pueblo de Ste-Mére-Église se convirtió en el
foco de la lucha. Los paracaidistas norteamericanos se abrieron paso casa por
casa en un feroz cuerpo a cuerpo contra los soldados del 795º Batallón
Georgiano[2] y
algunos elementos de la 91ª División Luftlande[3] (la
principal unidad alemana en la región). Es curiosa la historia del soldado John
Steele, que quedó colgando de la torre de la iglesia del pueblo. Tuvo que
hacerse el muerto durante varias horas para evitar que lo mataran. Por
desgracia, otros compañeros suyos no tuvieron la misma suerte: muchos cayeron
sobre zonas inundadas, donde se ahogaron por el peso del equipo. A lo largo del
día, los distintos grupos de paracaidistas se centraron en tomar y asegurar
carreteras y puentes. Uno de los lugares donde más combates hubo fue el puente
de La Fiére sobre el río Merderet. Este conectaba zonas de salto de
paracaidistas. Era vital evitar que los alemanes lo tomaran. Costó casi tres
días de duros combates, pero finalmente fue retenido por los Aliados. En total,
las fuerzas aerotransportadas norteamericanas sufrieron 2499 bajas el Día D.
Las cifras alemanas varían según los informes militares, pero se estiman en
unas 9000 aproximadamente.
¿Cómo
reaccionaron los alemanes? En un principio, las fuerzas alemanas en la zona no
estaban en estado de alerta. Un ejemplo, la 709ª División no sabía exactamente
qué estaba pasando ni cómo reaccionar. Los primeros informes sobre los
aterrizajes aliados llegaron a los cuarteles generales alemanes (de forma
confusa) de madrugada. Sin embargo, uno de los primeros militares en percatarse
de la gravedad de la situación y tomar la iniciativa fue el general Marcks. Ordenó
a parte de la 352ª División que avanzara para cortar la retaguardia a los paracaidistas,
sin embargo, esta unidad tendría que dar media vuelta pocas horas después para
defender la playa Omaha. Esto hizo que apenas pudiera entrar en combate y
además, fuera gravemente diezmada por la aviación aliada (dueña y señora de los
cielos normandos). A pesar de haber perdido a su comandante en la lucha[4], una
de las unidades germanas que mejor combatió aquel día fue el 1057º Regimiento
de Granaderos, que atacó a los soldados norteamericanos en el ya citado puente
de La Fiére. Hacia la una del mediodía, lanzaron un duro contraataque con
blindados e infantería, apoyados también por artillería. Durante todo el día 6
intentaron tomar las posiciones aliadas, siendo continuamente rechazados
gracias a las granadas y los bazucas. La llegada en planeadores de refuerzos y cañones
contracarro de calibre 57 mm fue crucial para impedir el éxito alemán. En la
zona de Ste-Mére-Église, una serie de órdenes confusas impidieron a las fuerzas
alemanas socorrer al 795º Batallón Georgiano. Pese a resistir en inferioridad
durante todo el día, finalmente fue aniquilado.
5:00 de la
mañana, los destructores y acorazados norteamericanos[5]
empiezan a bombardear la zona designada como playa Utah. Los buques y los
cañones mantienen un espectacular duelo artillero. Las baterías alemanas
responden al fuego con intensidad durante varias horas, hasta que a media tarde
son puestas fuera de combate. En esta zona se produjeron algunas de las escasas
pérdidas de buques aliados: el destructor USS Corry chocó contra una mina y se partió en dos. La oposición naval alemana
al desembarco fue casi mínima, tan solo dos flotillas de lanchas torpederas
salieron al mar, pero tuvieron que regresar debido al mal estado de las aguas y
la evidente superioridad aliada. Por su parte, la aviación hizo también su
trabajo: cientos de bombarderos B-26 Marauder machacaron las defensas alemanas
en la playa. Tampoco hubo respuesta aérea enemiga, ya que tan solo dos cazas Focke
Wulf 190[6] fueron
a combatir (milagrosamente sobrevivieron). La combinación de fuego naval y
ataques aéreos fue muy acertada, ya que destruyó numerosos reductos y búnkeres
alemanes en Utah y en varios km al interior. Soldados alemanes, tanto reclutas
recién llegados como veteranos del Frente del Este afirmaban que nunca habían
visto un bombardeo semejante.
A las seis y
media comenzó el desembarco. La infantería de la 4ª División, seguidos de
carros anfibios Sherman DD (Duplex Drive)[7], puso
pie en la playa. Hombres y tanques llegaron sucesivamente en cuatro oleadas. La
fortuna quiso que una de ellas desembarcara más al sur de lo previsto, en una
zona muy poco defendida. En apenas dos horas, los ingenieros despejaron el
camino de obstáculos, minas antipersona y antitanque. La escasa resistencia germana
fue barrida rápidamente, los blindados cubrieron el avance de la infantería
acabando con las ametralladoras y cañones alemanes. También se hicieron los
primeros prisioneros. Todo salió incluso mejor de lo previsto.
La anécdota de
la jornada la protagonizó el general Theodore Roosevelt Jr.[8]. Nada
más desembarcar, comenzó a dirigir y motivar a la tropa. Resultó sorprendente,
pues caminaba con dificultad y estaba continuamente expuesto al fuego enemigo. Salió
completamente ileso aquel día. Este fue el sector donde menos bajas hubo,
apenas 200 (la mayoría debidas a los francotiradores y las minas). Las tropas
al mando del general Raymond O. Barton se reunieron con los paracaidistas para
empezar a avanzar tierra adentro. Aunque con algunas dificultades, las fuerzas
aerotransportadas habían cumplido con creces su misión. Y además, se había
empezado a consolidar la primera cabeza de playa del Día D. Sin embargo, a unos
pocos km al E, en la playa Omaha se desataba un auténtico infierno...
Fuentes:
ZALOGA, Steven, El
Día D (II): La playa Utah. Barcelona, RBA Coleccionables (Osprey
Publishing), 2008
RYAN, Cornelius, El Día más Largo. Barcelona, RBA Coleccionables, 2005
JACKSON, Robert, Enciclopedia ilustrada de tanques,
carros de combate y vehículos acorazados. Madrid, Tikal, 2016
BEEVOR, Antony, El Día D. La Batalla de Normandía.
Barcelona, Crítica, 2010
JACKSON, Robert, Aviones de la II Guerra Mundial.
Madrid, Libsa, 2017
[1]
Office of Strategic Services, (Oficina de Servicios Estratégicos). Servicio
norteamericano de inteligencia y espionaje creado por Roosevelt en 1942,
predecesor de la CIA. Estaba dirigido por el general William J. Donovan.
[2]
Esta unidad estaba formada por prisioneros de guerra del Ejército Rojo (Osttruppen) obligados a luchar para sus
captores nazis.
[3]
Inicialmente formada como unidad aerotransportada, en ese momento actuaba como
una unidad de infantería, aunque reforzada con blindados franceses (principalmente
modelos obsoletos).
[4]
En concreto, el general Wilhelm Falley, que murió en una emboscada mientras se
dirigía de regreso desde Rennes. Fue el militar alemán de mayor graduación
muerto el Día D. En el bando aliado, el militar de mayor rango muerto fue el general de Brigada Don Pratt (101ª División Aerotransportada), murió al estrellarse el planeador en el que viajaba.
[5]
Entre estos se encontraba el buque norteamericano USS Nevada, gravemente dañado durante el ataque japonés a Pearl Harbor.
Fue reparado y modernizado, volviendo al servicio activo en 1942.
[6]
Este formidable avión podía operar como caza o bombardero. Armado con dos
ametralladoras MG 131 de 13 mm y dos cañones MG 151/20E de 20 mm, o una bomba
de 500 kg. Velocidad: 685 km/h.
[7]
Variante del tanque norteamericano M4 Sherman con una plataforma en forma de
embarcación impulsada por dos hélices y dos chimeneas de vadeo y ventilación.
Armado con un cañón de 75 mm y dos ametralladoras de 7’62 mm: https://www.youtube.com/watch?v=3XuSneN1W8U
[8]
Hijo del presidente Theodore Roosevelt y primo del también presidente Franklin
D. Roosevelt.
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