jueves, 20 de junio de 2019


EL DÍA D II: UTAH Y STE-MÉRE-ÉGLISE

Todavía es medianoche en Normandía. La maquinaria bélica Aliada ya avanza hacia la costa para empezar la mayor invasión anfibia de la Historia, en una operación que va a marcar el desenlace de la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes no saben lo que se les viene encima: 157000 soldados aliados (incluyendo 23000 paracaidistas), más de 6000 buques de guerra y 11000 aviones. Hay un factor que también entró en juego a favor de los Aliados aquella jornada: la suerte. En esos instantes, Rommel ha viajado a su tierra a celebrar el cumpleaños de su mujer, Hitler duerme profundamente en el Berghof (su residencia alpina) y otros comandantes en Normandía están en Rennes, preparando unas maniobras militares. Hasta el mariscal Von Rundstedt estaba lejos de la acción, en el cuartel general alemán en París. Los principales altos mandos nazis están fuera de juego. Como veremos, estas circunstancias fueron muy importantes para el éxito de la invasión. Además, para complicar aún más las cosas, el tiempo no es muy bueno, lo que hace creer a la Wehrmacht que no habrá ningún ataque durante esas semanas.

El primer paso de las fuerzas aliadas fue asegurar el O del río Vire, en la base de la península de Cotentin. Este flanco occidental de la invasión era fundamental, había que establecer una sólida cabeza de playa y cortar la península para después poder avanzar hacia un objetivo vital: el puerto de Cherburgo. A las 00:15 h de la noche, soldados especiales norteamericanos de la OSS[1] cayeron en paracaídas sobre suelo normando y empezaron a colocar balizas luminosas para señalar el camino a las divisiones de paracaidistas 101ª y 82ª Aerotransportadas. Una parte de estos se raparon el pelo al estilo indio y se pintaron la cara de negro, lo que les daba un aspecto más "guerrero". Al mismo tiempo, se lanzaron muñecos explosivos vestidos de soldados para confundir a los alemanes. Además, se enviaron mensajes encriptados por radio a la Resistencia francesa, que empezó inmediatamente a cortar cables de teléfono, destruir líneas férreas, y a sabotear depósitos de combustible y almacenes de municiones por toda Francia. Estas acciones sirvieron para retrasar la respuesta alemana a Overlord. No hay que olvidar el enorme riesgo que conllevaban para los miembros de la Resistencia, ya que la Gestapo, las SS y el ejército alemán perseguían y ejecutaban a cualquiera que ayudara o perteneciera a esta organización clandestina gala. Hacia la 1:30, los enormes aviones de transporte Douglas C-47 (también llamados Dakota) y C-54, y los planeadores Horsa y Waco (para transportar equipo, hombres y suministros) llevaron a los paracaidistas de la 101ª División Aerotransportada hasta las zonas de lanzamiento. Casi al mismo tiempo, las baterías antiaéreas germanas abrieron fuego contra los aviones, iluminando el cielo nocturno. Los civiles franceses de la zona quedaron sorprendidos ante el espectáculo, aunque todavía no eran conscientes de lo que ocurría: había comenzado la liberación de su país.

Aunque inicialmente algo dispersos, los paracaidistas se organizaron rápidamente y comenzaron a tomar posiciones y atacar sus respectivos objetivos. Para empezar, aseguraron la carretera elevada que conducía directamente a una de las playas de desembarco (Utah). Aquí tendieron una emboscada a las fuerzas alemanas del 919º Regimiento de Granaderos que se retiraban tras los desembarcos aliados. En pocas horas, establecieron contacto con la 4ª División de Infantería en la llamada Salida 3. Otro batallón aliado capturó la batería cercana al pueblo de St-Germain-de-Varreville y organizó un perímetro defensivo. Hubo escasa resistencia alemana en ambas zonas. Por otra parte, otros batallones cayeron dispersados y casi no entraron en combate, ya que necesitaron varias horas para reagruparse. Todos los objetivos estaban cumplidos, ahora faltaba esperar el contraataque alemán.

A las 2:30, la 82ª Aerotransportada saltó sobre Normandía. Muchas unidades cayeron desperdigadas y alejadas de sus objetivos. El pueblo de Ste-Mére-Église se convirtió en el foco de la lucha. Los paracaidistas norteamericanos se abrieron paso casa por casa en un feroz cuerpo a cuerpo contra los soldados del 795º Batallón Georgiano[2] y algunos elementos de la 91ª División Luftlande[3] (la principal unidad alemana en la región). Es curiosa la historia del soldado John Steele, que quedó colgando de la torre de la iglesia del pueblo. Tuvo que hacerse el muerto durante varias horas para evitar que lo mataran. Por desgracia, otros compañeros suyos no tuvieron la misma suerte: muchos cayeron sobre zonas inundadas, donde se ahogaron por el peso del equipo. A lo largo del día, los distintos grupos de paracaidistas se centraron en tomar y asegurar carreteras y puentes. Uno de los lugares donde más combates hubo fue el puente de La Fiére sobre el río Merderet. Este conectaba zonas de salto de paracaidistas. Era vital evitar que los alemanes lo tomaran. Costó casi tres días de duros combates, pero finalmente fue retenido por los Aliados. En total, las fuerzas aerotransportadas norteamericanas sufrieron 2499 bajas el Día D. Las cifras alemanas varían según los informes militares, pero se estiman en unas 9000 aproximadamente.  

¿Cómo reaccionaron los alemanes? En un principio, las fuerzas alemanas en la zona no estaban en estado de alerta. Un ejemplo, la 709ª División no sabía exactamente qué estaba pasando ni cómo reaccionar. Los primeros informes sobre los aterrizajes aliados llegaron a los cuarteles generales alemanes (de forma confusa) de madrugada. Sin embargo, uno de los primeros militares en percatarse de la gravedad de la situación y tomar la iniciativa fue el general Marcks. Ordenó a parte de la 352ª División que avanzara para cortar la retaguardia a los paracaidistas, sin embargo, esta unidad tendría que dar media vuelta pocas horas después para defender la playa Omaha. Esto hizo que apenas pudiera entrar en combate y además, fuera gravemente diezmada por la aviación aliada (dueña y señora de los cielos normandos). A pesar de haber perdido a su comandante en la lucha[4], una de las unidades germanas que mejor combatió aquel día fue el 1057º Regimiento de Granaderos, que atacó a los soldados norteamericanos en el ya citado puente de La Fiére. Hacia la una del mediodía, lanzaron un duro contraataque con blindados e infantería, apoyados también por artillería. Durante todo el día 6 intentaron tomar las posiciones aliadas, siendo continuamente rechazados gracias a las granadas y los bazucas. La llegada en planeadores de refuerzos y cañones contracarro de calibre 57 mm fue crucial para impedir el éxito alemán. En la zona de Ste-Mére-Église, una serie de órdenes confusas impidieron a las fuerzas alemanas socorrer al 795º Batallón Georgiano. Pese a resistir en inferioridad durante todo el día, finalmente fue aniquilado.

5:00 de la mañana, los destructores y acorazados norteamericanos[5] empiezan a bombardear la zona designada como playa Utah. Los buques y los cañones mantienen un espectacular duelo artillero. Las baterías alemanas responden al fuego con intensidad durante varias horas, hasta que a media tarde son puestas fuera de combate. En esta zona se produjeron algunas de las escasas pérdidas de buques aliados: el destructor USS Corry chocó contra una mina y se partió en dos. La oposición naval alemana al desembarco fue casi mínima, tan solo dos flotillas de lanchas torpederas salieron al mar, pero tuvieron que regresar debido al mal estado de las aguas y la evidente superioridad aliada. Por su parte, la aviación hizo también su trabajo: cientos de bombarderos B-26 Marauder machacaron las defensas alemanas en la playa. Tampoco hubo respuesta aérea enemiga, ya que tan solo dos cazas Focke Wulf 190[6] fueron a combatir (milagrosamente sobrevivieron). La combinación de fuego naval y ataques aéreos fue muy acertada, ya que destruyó numerosos reductos y búnkeres alemanes en Utah y en varios km al interior. Soldados alemanes, tanto reclutas recién llegados como veteranos del Frente del Este afirmaban que nunca habían visto un bombardeo semejante.  

A las seis y media comenzó el desembarco. La infantería de la 4ª División, seguidos de carros anfibios Sherman DD (Duplex Drive)[7], puso pie en la playa. Hombres y tanques llegaron sucesivamente en cuatro oleadas. La fortuna quiso que una de ellas desembarcara más al sur de lo previsto, en una zona muy poco defendida. En apenas dos horas, los ingenieros despejaron el camino de obstáculos, minas antipersona y antitanque. La escasa resistencia germana fue barrida rápidamente, los blindados cubrieron el avance de la infantería acabando con las ametralladoras y cañones alemanes. También se hicieron los primeros prisioneros. Todo salió incluso mejor de lo previsto.

La anécdota de la jornada la protagonizó el general Theodore Roosevelt Jr.[8]. Nada más desembarcar, comenzó a dirigir y motivar a la tropa. Resultó sorprendente, pues caminaba con dificultad y estaba continuamente expuesto al fuego enemigo. Salió completamente ileso aquel día. Este fue el sector donde menos bajas hubo, apenas 200 (la mayoría debidas a los francotiradores y las minas). Las tropas al mando del general Raymond O. Barton se reunieron con los paracaidistas para empezar a avanzar tierra adentro. Aunque con algunas dificultades, las fuerzas aerotransportadas habían cumplido con creces su misión. Y además, se había empezado a consolidar la primera cabeza de playa del Día D. Sin embargo, a unos pocos km al E, en la playa Omaha se desataba un auténtico infierno...   

 

Fuentes:

ZALOGA, Steven, El Día D (II): La playa Utah. Barcelona, RBA Coleccionables (Osprey Publishing), 2008

RYAN, Cornelius, El Día más Largo. Barcelona, RBA Coleccionables, 2005

JACKSON, Robert, Enciclopedia ilustrada de tanques, carros de combate y vehículos acorazados. Madrid, Tikal, 2016

BEEVOR, Antony, El Día D. La Batalla de Normandía. Barcelona, Crítica, 2010

JACKSON, Robert, Aviones de la II Guerra Mundial. Madrid, Libsa, 2017





 

 

 

 

 

 




[1] Office of Strategic Services, (Oficina de Servicios Estratégicos). Servicio norteamericano de inteligencia y espionaje creado por Roosevelt en 1942, predecesor de la CIA. Estaba dirigido por el general William J. Donovan.  
[2] Esta unidad estaba formada por prisioneros de guerra del Ejército Rojo (Osttruppen) obligados a luchar para sus captores nazis.  
[3] Inicialmente formada como unidad aerotransportada, en ese momento actuaba como una unidad de infantería, aunque reforzada con blindados franceses (principalmente modelos obsoletos).   
[4] En concreto, el general Wilhelm Falley, que murió en una emboscada mientras se dirigía de regreso desde Rennes. Fue el militar alemán de mayor graduación muerto el Día D. En el bando aliado, el militar de mayor rango muerto fue el general de Brigada Don Pratt (101ª División Aerotransportada), murió al estrellarse el planeador en el que viajaba.
[5] Entre estos se encontraba el buque norteamericano USS Nevada, gravemente dañado durante el ataque japonés a Pearl Harbor. Fue reparado y modernizado, volviendo al servicio activo en 1942.
[6] Este formidable avión podía operar como caza o bombardero. Armado con dos ametralladoras MG 131 de 13 mm y dos cañones MG 151/20E de 20 mm, o una bomba de 500 kg. Velocidad: 685 km/h.
[7] Variante del tanque norteamericano M4 Sherman con una plataforma en forma de embarcación impulsada por dos hélices y dos chimeneas de vadeo y ventilación. Armado con un cañón de 75 mm y dos ametralladoras de 7’62 mm: https://www.youtube.com/watch?v=3XuSneN1W8U
[8] Hijo del presidente Theodore Roosevelt y primo del también presidente Franklin D. Roosevelt.

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