sábado, 9 de noviembre de 2019


EL MURO DE BERLÍN: ORIGEN

La cuestión de qué hacer con Alemania no había sido del todo resuelta por los antiguos Aliados tras la Segunda Guerra Mundial. No se pudo firmar ningún tratado firme. A pesar de esto, en las conferencias de Yalta y Potsdam se alcanzaron algunos importantes acuerdos: división y ocupación de Alemania en cuatro zonas, pago de las indemnizaciones, y la creación de una Comisión de Control Interaliada para iniciar un proceso de "desnazificación", que incluyó los Juicios de Núremberg. Además, norteamericanos y soviéticos demarcaron sus respectivas franjas de ocupación. Hasta 1947 todo parecía marchar de forma relativamente tranquila. Alemania había sido incorporada al Plan Marshall, ya que EEUU consideraba clave levantar su economía para asegurar la estabilidad europea. La zona Oeste se benefició de las ayudas. Sin embargo, los soviéticos se negaron a aceptar el plan por considerarlo un "trampolín para atacar la Unión Soviética", una forma de agresión capitalista e imperialista de EEUU contra la URSS. Aquí empezaron los problemas de la cuestión alemana. La zona E del país todavía seguía devastada mientras que el O poco a poco mejoraba. Stalin estaba más preocupado por dominar Alemania Oriental y reforzar su poder que por la mejoría económica que tanto necesitaba la población germana. Tras el intento estadounidense de introducir una reforma monetaria para agilizar la economía, Stalin decidió bloquear Berlín[1] (también dividida en dos zonas, la norteamericana y la soviética): durante un año, trató de impedir que llegara cualquier tipo de ayuda a los berlineses. Fracasó. La población pudo recibir suministros diariamente gracias a un colosal puente aéreo norteamericano. En el aeropuerto de Tempelhof aterrizaban hasta 900 aviones al día, uno cada tres minutos.   

Tras meses de tensión, en 1949, se crean en Alemania dos estados. En el O, la República Federal de Alemania (democracia capitalista, con capital en Bonn), y en el E la República Democrática Alemana (dictadura comunista, con capital en Berlín Oriental). No había vuelta atrás. La división alemana era ya un hecho. A pesar de esto, tanto estadounidenses como soviéticos consideraron propuestas de unificación durante los siguientes años. Sin embargo, la mutua desconfianza en una Alemania fuerte que pudiera volver a ser una amenaza (ya fuera en la esfera de EEUU o comunista) alejó cualquier posibilidad de unión. Esto, sumado a la incorporación de la RFA a la OTAN en 1955 todavía aumentó más si cabe los recelos rusos. A comienzos de los años 50, mientras la economía de Alemania Occidental se recuperaba lenta pero constantemente a un espectacular ritmo de un 5% anual, la situación en Alemania Oriental empeoraba. Su aislamiento internacional era también preocupante. Ante las protestas ciudadanas en la RDA, la represión aumentó y las fronteras se reforzaron; Esta medida no tuvo éxito: miles de ciudadanos huían hacia la zona occidental, en su mayoría trabajadores cualificados, lo que perjudicaba aún más la economía. La política socialista de nacionalización de las industrias del país y los planes quinquenales estatales fracasaron estrepitosamente.

Al mismo tiempo que el Canciller alemán Konrad Adenauer[2] buscaba la unificación del país, las autoridades de Alemania Oriental pidieron ayuda desesperada al nuevo líder soviético, Nikita Kruschev[3]. El cruce de alemanes del E al O fue constante durante esos años: más de dos millones de personas entre 1949 y 1961. Conscientes de esta situación, Kruschev y Walter Ulbricht[4] decidieron cerrar definitivamente el flujo. Para ello tomaron dos medidas: primero reforzaron los lazos entre ambos países firmando un tratado de paz (dado que todavía existía el estado de guerra) y reconociendo la soberanía completa de dicho estado. Esto suponía una seria advertencia a Occidente: atacar a la RDA era atacar a la URSS, con todas las consecuencias. En segundo lugar, se comenzó a construir una barrera física para impedir la fuga de berlineses del E al O: el tristemente célebre Muro de Berlín. El 13 de agosto de 1961 y ante la mirada incrédula de los habitantes de la ciudad, soldados de la RDA comenzaron a levantar un impenetrable muro de hormigón de tres metros de altura, acero y alambre de espino de 155 km de longitud. Torres de vigilancia, perros policías y campos de minas protegían la construcción día y noche.

Uno de los hitos más importantes de este símbolo de la Guerra Fría tuvo lugar en junio de 1963, cuando el entonces presidente de EEUU John Fitzgerald Kennedy visitó Berlín Occidental y dio un discurso que ha pasado a la Historia: “Ich bin ein Berliner” (“yo soy berlinés”). Fue toda una oda a la libertad, denunciando el totalitarismo soviético. Kruschev; que en 1958 ya había lanzado un ultimátum a Occidente amenazando con ocupar Berlín O; creyó que el muro serviría como método disuasorio contra las potencias occidentales, a fin de evitar una confrontación a mayor escala. Por su parte, aunque Kennedy se comprometió a defender a la RFA en caso de ataque, tampoco creyó conveniente un enfrentamiento directo con los soviéticos. Esta actitud decepcionó a sus aliados de la RFA. El muro era espantoso, pero un mal menor en comparación con una guerra.  Sin embargo, a finales de 1961 se produjo un momento de especial tensión que a punto estuvo de llevar al mundo a una Tercera Guerra Mundial: un tanque norteamericano y otro soviético estuvieron apuntándose frente a frente en el famoso Checkpoint Charlie[5] durante 24 angustiosas horas. Finalmente, ninguno de los dos bandos decidió abrir fuego. Aunque la tensión continuaría durante años.   

Familias divididas, vigilancia constante, torturas y detenciones.... Barrios enteros quedaron completamente partidos en dos, la circulación entre el lado occidental y el oriental quedó estrictamente prohibida. Desde el momento en el que las autoridades de la RDA colocaron los primeros bloques cientos de personas intentaron escapar por todos los medios posibles: escondidos en el motor de un coche, a través de un túnel e incluso... ¡en un globo aerostático! Algunas lo consiguieron, desgraciadamente otros tantos no tuvieron la misma suerte, fue el caso del joven alemán Werner Probst, que fue tiroteado cuando intentaba cruzar a nado el río Spree y el famoso Peter Fechter, que también murió abatido por las balas de la policía de Alemania Oriental mientras trataba de atravesar el muro. Los guardias tenían órdenes expresas de disparar a cualquier persona que intentara pasar al lado Oeste. En palabras del socialdemócrata Willy Brandt[6], el Muro era "una injusticia espeluznante". En efecto, la pesadilla para miles de berlineses y una de las etapas más negras de la Historia reciente no había hecho más que empezar.

Fuentes:

LEWIS GADDIS, John Lewis, La Guerra Fría. Barcelona, RBA Libros, 2008

ARNE WESTAD, Odd, La Guerra Fría. Una historia mundial. Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2018






 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Esta acción ha pasado a la Historia como el "Bloqueo de Berlín", una de las primeras crisis de la Guerra Fría (1948).  
[2] Político conservador. Fue jefe de gobierno de la República Federal Alemana entre 1949 y 1963.
[3] Secretario General del Partido Comunista de la URSS (1953-1964) y Presidente del Consejo de Ministros de la URSS (1958-1964).
[4] Secretario General del Partido Socialista Unificado de Alemania (1950-1971) y Jefe de Estado de la RDA (1960-1973).
[5] Paso fronterizo en el centro de Berlín, hoy en día es un lugar turístico muy visitado.
[6] Alcalde de Berlín Oeste (1957-1966) y Canciller de la República Federal Alemana (1969-1974).

sábado, 10 de agosto de 2019


EL DÍA D III: OMAHA

Omaha. Esta playa de 1.200 m de longitud está a punto de pasar a la historia bélica como sinónimo de muerte y horror. Sin embargo, a las cuatro de la mañana de aquel 6 de junio de 1944, los miles de soldados agolpados en grandes buques no son conscientes de esto. Aún no ha amanecido cuando los hombres de la 1ª División de Infantería[1] y la 29ª División empiezan a embarcar en las distintas lanchas LCVP (Landing Craft Vehicle and Personnel, para transporte de infantería) y las LCT, (Landing Craft Tank, para los tanques). Como en la playa Utah, los bombarderos empiezan a arrojar miles de toneladas de bombas sobre las defensas germanas. Al mismo tiempo, decenas de cruceros y destructores apoyan el ataque lanzando todo su potencial (incluidas lanzaderas de cohetes instaladas en los propios buques). A primera vista, parecía que iba a ser pan comido para las tropas aliadas, que creen que el desembarco va a ser un paseo. Nada más lejos de la realidad. Por diversos errores de cálculo, los bombardeos aéreos y navales casi no han hecho efecto en los alemanes. Los barcos aliados se extienden a lo largo de toda la costa normanda, creando una imagen única. El testimonio del soldado alemán Werner Pluskat es revelador, no podía creer la magnitud de la fuerza de invasión que tenía justo delante:

“-Es la invasión. Miradla- Cogió el teléfono y llamó al comandante Block que estaba en el Cuartel General de la 352ª División.

-Block, es la invasión. Debe haber diez mil barcos- Sus propias palabras le resultaron increíbles.

- ¡No puede ser, Pluskat! -chilló Block-. Entre todos los barcos americanos e ingleses no suman tantos. ¡Nadie tiene tantos barcos!

La respuesta de Block sacó a Pluskat de su asombro.

-Si no me crees, ven a verlo tú mismo. ¡Es fantástico! ¡Es increíble! - siguió gritando.

Hubo una pequeña pausa, y Block preguntó:

- ¿Hacia dónde se dirigen esos barcos?

Pluskat, con el teléfono en la mano, miró por la abertura del búnker, y contestó:

-Directamente hacia mí.”

Las divisiones alemanas 352ª y 716ª estaban alerta tras el bombardeo. Rápidamente empiezan a preparar todas las armas a su disposición para rechazar el desembarco. Cabe destacar que la primera de estas unidades había sido fuertemente reforzada con infantería y artillería anticarro, antiaérea e incluso carros de combate de apoyo. Por otra parte, la 716ª era más débil. Tenía menos efectivos (en parte soldados de los batallones Ost, ya mencionados en el anterior artículo), peor entrenamiento y armamento obsoleto. Esto no significó que no lucharan prácticamente hasta la muerte durante el Día D.  

6:30 de la mañana. Dos batallones de carros de combate desembarcan en la playa Omaha. De un total de 96 carros Sherman DD, 55 logran llegar intactos, sobreviviendo al fuerte oleaje (varios tanques se hundieron antes de alcanzar la orilla), a las minas y al fuego contracarro alemán. Sin embargo, se encuentran con dificultades para apoyar a la infantería. Los transportes anfibios también acabaron en el fondo del mar, perdiéndose varias piezas de artillería. Estas circunstancias van a causar grandes pérdidas a los soldados, que se encuentran desprotegidos en el momento de tocar tierra. La playa Omaha está fuertemente defendida, de hecho fue la más difícil de tomar por las tropas Aliadas aquel día. Los alemanes habían preparado un sangriento recibimiento: postes minados, erizos metálicos para destruir las lanchas de desembarco y "puertas belgas"[2]. Además, había ocho búnkeres de hormigón, tres casamatas y otros reductos con cañones antitanque, baterías de artillería, nidos de mortero y ametralladora, y emplazamientos con lanzacohetes. En resumen, los norteamericanos se van a encontrar con una playa fortificada y armada hasta los dientes.     

Casi al mismo tiempo en el que los tanques intentan desembarcar, las compuertas de las LCVP se abren: comienza una auténtica masacre. Unidades enteras pierden a casi todos sus hombres y oficiales en pocos minutos. Las temibles ametralladoras germanas MG42[3] y los morteros aniquilan por decenas a las fuerzas norteamericanas. Muchos mueren nada más salir de las lanchas, otros se ahogan por el peso de su equipo o son rápidamente abatidos al poco de pisar la playa. Para que el lector se haga una idea de lo que fue este momento, basta con ver los primeros minutos de la  película Salvar al Soldado Ryan, es una recreación perfecta de la carnicería que se produjo: https://www.youtube.com/watch?v=XoSJV54BLmw.

Aunque la distancia hasta el malecón era de solo 300 m, avanzar un solo metro se convirtió en una lucha a vida o muerte. La primera oleada de asalto queda inmovilizada en un sangriento caos que durará varias horas. A pesar del apoyo blindado (que también se fue reduciendo, pues varios Sherman fueron destruidos), la situación es preocupante: se están empezando a acumular hombres, vehículos y suministros a lo largo de la playa y las tropas casi no han podido avanzar. Los médicos no dan a basto para atender a decenas de heridos y los ingenieros de la Marina intentan desesperadamente despejar obstáculos para empezar a abrir salidas hacia tierra adentro, pero debido al fuego enemigo trabajan muy despacio.

A las 7 de la mañana desembarca la segunda oleada de tropas. Con éstas lo hacen también el general de brigada Norman Cota y el teniente coronel Charles Canham. Ambos van a ser fundamentales para guiar a los soldados a través de la playa. Rápidamente, avanzaron hasta un terreno escarpado para encontrarse con sus hombres. Es en estos duros momentos cuando el teniente coronel George Taylor, de la 1ª División pronunció unas históricas palabras que han pasado a la Historia militar: "¡Hay dos tipos de hombres en esta playa, los muertos y los que van a morir, así que salgamos de aquí cuanto antes!". Mientras tanto, Canham y Cota; este herido en un brazo, puro en boca y pistola en mano; fueron animando valientemente a la tropa para que saliera de la playa a través de camino elevado de Les Moulins. Poco a poco y en reducidos grupos, los soldados norteamericanos empezaron a salir de la playa. Las minas y los francotiradores causaron algunas bajas. Eran las 8:00 de la mañana. Los Aliados aún tardarían más de una hora en capturar el primer gran búnker germano: el WN-60. A pesar de todo, la lucha continuaba siendo muy intensa y en la orilla todavía se amontonaban hombres y suministros.     

Los Altos mandos no las tenían todas consigo. Desde el puente de mando del crucero pesado USS Augusta, el general Omar Bradley, el contraalmirante Alan Kirk y el general Ralph Royce observan la situación con enorme preocupación. Si las fuerzas norteamericanas no logran tomar y asegurar Omaha, la operación Overlord estará en peligro. Miles de hombres podrían quedar atrapados entre el mar y los alemanes. Además, habría que diseñar una compleja operación auxiliar de reembarque de las tropas, con todos los riesgos que ello conlleva (véase lo sucedido cuatro años antes en Dunkerque[4]). Deciden intervenir rápidamente: ordenan a los destructores USS McCook, Carmick, y Emmons que abran fuego. Durante más de dos horas, destrozan varios emplazamientos y baterías alemanas. Sin duda, esto ayudó a mejorar la situación. Por otro lado, el general Dietrich Kraiss tuvo que desviar parte de sus tropas más al E para hacer frente a los desembarcos británicos. Impidiendo de esta forma que los hombres que defendían la playa pudieran ser reforzados. 

Hay otro punto clave en este sector de terreno normando donde desembarcaron los Aliados: Pointe du Hoc. La inteligencia creía tener información fiable de que los alemanes habían apostado allí varios cañones. Se diseñó una operación de asalto específica para capturarlos. El 2º Batallón de Rangers al mando del teniente coronel James Rudder desembarcó al pie de los acantilados de Pointe du Hoc. La tarea se convirtió en todo un reto, los soldados tuvieron que escalar una empinada pared de 30 m de altura siendo continuamente hostigados por fuego enemigo. Una vez en la cima, tras vencer la resistencia alemana, se encontraron con una desagradable sorpresa: los cañones eran falsos, de madera. Los auténticos habían sido retirados tierra adentro (serían encontrados y destruidos posteriormente). Rápidamente, los hombres de Rudder quedaron atrapados y tuvieron que hacer frente a fuertes contraataques de granaderos alemanes. Finalmente, casi sin suministros ni municiones, tras sufrir numerosas bajas y resistir durante casi un día entero, fueron rescatados por Rangers del 5º Batallón. Debido a las cuantiosas bajas y los graves fallos de inteligencia, esta acción ha sido considerada por los historiadores como una de las operaciones más ineficaces del Día D.         

Hacia media mañana, las fuerzas Aliadas ya estaban avanzando a través de varias salidas abiertas por los ingenieros, facilitando la llegada de más refuerzos. Al mismo tiempo, los alemanes se vieron superados y sin municiones, por lo que empezaron a rendirse. Los informes por fin eran favorables: la playa Omaha había sido tomada y comenzaba el avance tierra adentro. Sin embargo, el precio fue terrible, más de 2000 hombres fueron muertos o heridos. Por momentos, toda la invasión pendió de un hilo. Omaha fue sin dudas uno de los puntos críticos de la jornada. En las siguientes horas, llegó el turno de los británicos y canadienses, que desembarcaron en las playas Gold, Juno y Sword. Estas acciones las narraré en el próximo articulo.

Fuentes:

ZALOGA, Steven, El Día D (I): La playa Omaha. Barcelona, RBA Coleccionables (Osprey Publishing), 2008

RYAN, Cornelius, El Día más Largo. Barcelona, RBA Coleccionables, 2005

WILLS, Chuck, Historia ilustrada del armamento. Desde las hachas a las armas automáticas. Madrid, Libsa, 2012

BEEVOR, Antony, El Día D. La Batalla de Normandía. Barcelona, Crítica, 2010

JORDAN, David, y WIEST, Andrew, Atlas de la II Guerra Mundial. Madrid, Libsa, 2005

 







 

                  




[1] Popularmente conocida como "Big Red One". Una de las mejores unidades militares norteamericanas de la guerra. 
[2] Construcción metálica a modo de obstáculo para bloquear los caminos y salidas a los tanques.   
[3] Esta excelente y mortífera arma podía disparar 1.200 disparos por minuto. Fue la ametralladora alemana más temida de toda la Segunda Guerra Mundial. 
[4] En junio de 1940, más de 300.000 soldados belgas, franceses y británicos fueron evacuados por mar de esta ciudad francesa. Aunque la operación Dinamo fue un éxito, la Luftwaffe y la artillería alemana causaron numerosas bajas a las fuerzas Aliadas. 

jueves, 20 de junio de 2019


EL DÍA D II: UTAH Y STE-MÉRE-ÉGLISE

Todavía es medianoche en Normandía. La maquinaria bélica Aliada ya avanza hacia la costa para empezar la mayor invasión anfibia de la Historia, en una operación que va a marcar el desenlace de la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes no saben lo que se les viene encima: 157000 soldados aliados (incluyendo 23000 paracaidistas), más de 6000 buques de guerra y 11000 aviones. Hay un factor que también entró en juego a favor de los Aliados aquella jornada: la suerte. En esos instantes, Rommel ha viajado a su tierra a celebrar el cumpleaños de su mujer, Hitler duerme profundamente en el Berghof (su residencia alpina) y otros comandantes en Normandía están en Rennes, preparando unas maniobras militares. Hasta el mariscal Von Rundstedt estaba lejos de la acción, en el cuartel general alemán en París. Los principales altos mandos nazis están fuera de juego. Como veremos, estas circunstancias fueron muy importantes para el éxito de la invasión. Además, para complicar aún más las cosas, el tiempo no es muy bueno, lo que hace creer a la Wehrmacht que no habrá ningún ataque durante esas semanas.

El primer paso de las fuerzas aliadas fue asegurar el O del río Vire, en la base de la península de Cotentin. Este flanco occidental de la invasión era fundamental, había que establecer una sólida cabeza de playa y cortar la península para después poder avanzar hacia un objetivo vital: el puerto de Cherburgo. A las 00:15 h de la noche, soldados especiales norteamericanos de la OSS[1] cayeron en paracaídas sobre suelo normando y empezaron a colocar balizas luminosas para señalar el camino a las divisiones de paracaidistas 101ª y 82ª Aerotransportadas. Una parte de estos se raparon el pelo al estilo indio y se pintaron la cara de negro, lo que les daba un aspecto más "guerrero". Al mismo tiempo, se lanzaron muñecos explosivos vestidos de soldados para confundir a los alemanes. Además, se enviaron mensajes encriptados por radio a la Resistencia francesa, que empezó inmediatamente a cortar cables de teléfono, destruir líneas férreas, y a sabotear depósitos de combustible y almacenes de municiones por toda Francia. Estas acciones sirvieron para retrasar la respuesta alemana a Overlord. No hay que olvidar el enorme riesgo que conllevaban para los miembros de la Resistencia, ya que la Gestapo, las SS y el ejército alemán perseguían y ejecutaban a cualquiera que ayudara o perteneciera a esta organización clandestina gala. Hacia la 1:30, los enormes aviones de transporte Douglas C-47 (también llamados Dakota) y C-54, y los planeadores Horsa y Waco (para transportar equipo, hombres y suministros) llevaron a los paracaidistas de la 101ª División Aerotransportada hasta las zonas de lanzamiento. Casi al mismo tiempo, las baterías antiaéreas germanas abrieron fuego contra los aviones, iluminando el cielo nocturno. Los civiles franceses de la zona quedaron sorprendidos ante el espectáculo, aunque todavía no eran conscientes de lo que ocurría: había comenzado la liberación de su país.

Aunque inicialmente algo dispersos, los paracaidistas se organizaron rápidamente y comenzaron a tomar posiciones y atacar sus respectivos objetivos. Para empezar, aseguraron la carretera elevada que conducía directamente a una de las playas de desembarco (Utah). Aquí tendieron una emboscada a las fuerzas alemanas del 919º Regimiento de Granaderos que se retiraban tras los desembarcos aliados. En pocas horas, establecieron contacto con la 4ª División de Infantería en la llamada Salida 3. Otro batallón aliado capturó la batería cercana al pueblo de St-Germain-de-Varreville y organizó un perímetro defensivo. Hubo escasa resistencia alemana en ambas zonas. Por otra parte, otros batallones cayeron dispersados y casi no entraron en combate, ya que necesitaron varias horas para reagruparse. Todos los objetivos estaban cumplidos, ahora faltaba esperar el contraataque alemán.

A las 2:30, la 82ª Aerotransportada saltó sobre Normandía. Muchas unidades cayeron desperdigadas y alejadas de sus objetivos. El pueblo de Ste-Mére-Église se convirtió en el foco de la lucha. Los paracaidistas norteamericanos se abrieron paso casa por casa en un feroz cuerpo a cuerpo contra los soldados del 795º Batallón Georgiano[2] y algunos elementos de la 91ª División Luftlande[3] (la principal unidad alemana en la región). Es curiosa la historia del soldado John Steele, que quedó colgando de la torre de la iglesia del pueblo. Tuvo que hacerse el muerto durante varias horas para evitar que lo mataran. Por desgracia, otros compañeros suyos no tuvieron la misma suerte: muchos cayeron sobre zonas inundadas, donde se ahogaron por el peso del equipo. A lo largo del día, los distintos grupos de paracaidistas se centraron en tomar y asegurar carreteras y puentes. Uno de los lugares donde más combates hubo fue el puente de La Fiére sobre el río Merderet. Este conectaba zonas de salto de paracaidistas. Era vital evitar que los alemanes lo tomaran. Costó casi tres días de duros combates, pero finalmente fue retenido por los Aliados. En total, las fuerzas aerotransportadas norteamericanas sufrieron 2499 bajas el Día D. Las cifras alemanas varían según los informes militares, pero se estiman en unas 9000 aproximadamente.  

¿Cómo reaccionaron los alemanes? En un principio, las fuerzas alemanas en la zona no estaban en estado de alerta. Un ejemplo, la 709ª División no sabía exactamente qué estaba pasando ni cómo reaccionar. Los primeros informes sobre los aterrizajes aliados llegaron a los cuarteles generales alemanes (de forma confusa) de madrugada. Sin embargo, uno de los primeros militares en percatarse de la gravedad de la situación y tomar la iniciativa fue el general Marcks. Ordenó a parte de la 352ª División que avanzara para cortar la retaguardia a los paracaidistas, sin embargo, esta unidad tendría que dar media vuelta pocas horas después para defender la playa Omaha. Esto hizo que apenas pudiera entrar en combate y además, fuera gravemente diezmada por la aviación aliada (dueña y señora de los cielos normandos). A pesar de haber perdido a su comandante en la lucha[4], una de las unidades germanas que mejor combatió aquel día fue el 1057º Regimiento de Granaderos, que atacó a los soldados norteamericanos en el ya citado puente de La Fiére. Hacia la una del mediodía, lanzaron un duro contraataque con blindados e infantería, apoyados también por artillería. Durante todo el día 6 intentaron tomar las posiciones aliadas, siendo continuamente rechazados gracias a las granadas y los bazucas. La llegada en planeadores de refuerzos y cañones contracarro de calibre 57 mm fue crucial para impedir el éxito alemán. En la zona de Ste-Mére-Église, una serie de órdenes confusas impidieron a las fuerzas alemanas socorrer al 795º Batallón Georgiano. Pese a resistir en inferioridad durante todo el día, finalmente fue aniquilado.

5:00 de la mañana, los destructores y acorazados norteamericanos[5] empiezan a bombardear la zona designada como playa Utah. Los buques y los cañones mantienen un espectacular duelo artillero. Las baterías alemanas responden al fuego con intensidad durante varias horas, hasta que a media tarde son puestas fuera de combate. En esta zona se produjeron algunas de las escasas pérdidas de buques aliados: el destructor USS Corry chocó contra una mina y se partió en dos. La oposición naval alemana al desembarco fue casi mínima, tan solo dos flotillas de lanchas torpederas salieron al mar, pero tuvieron que regresar debido al mal estado de las aguas y la evidente superioridad aliada. Por su parte, la aviación hizo también su trabajo: cientos de bombarderos B-26 Marauder machacaron las defensas alemanas en la playa. Tampoco hubo respuesta aérea enemiga, ya que tan solo dos cazas Focke Wulf 190[6] fueron a combatir (milagrosamente sobrevivieron). La combinación de fuego naval y ataques aéreos fue muy acertada, ya que destruyó numerosos reductos y búnkeres alemanes en Utah y en varios km al interior. Soldados alemanes, tanto reclutas recién llegados como veteranos del Frente del Este afirmaban que nunca habían visto un bombardeo semejante.  

A las seis y media comenzó el desembarco. La infantería de la 4ª División, seguidos de carros anfibios Sherman DD (Duplex Drive)[7], puso pie en la playa. Hombres y tanques llegaron sucesivamente en cuatro oleadas. La fortuna quiso que una de ellas desembarcara más al sur de lo previsto, en una zona muy poco defendida. En apenas dos horas, los ingenieros despejaron el camino de obstáculos, minas antipersona y antitanque. La escasa resistencia germana fue barrida rápidamente, los blindados cubrieron el avance de la infantería acabando con las ametralladoras y cañones alemanes. También se hicieron los primeros prisioneros. Todo salió incluso mejor de lo previsto.

La anécdota de la jornada la protagonizó el general Theodore Roosevelt Jr.[8]. Nada más desembarcar, comenzó a dirigir y motivar a la tropa. Resultó sorprendente, pues caminaba con dificultad y estaba continuamente expuesto al fuego enemigo. Salió completamente ileso aquel día. Este fue el sector donde menos bajas hubo, apenas 200 (la mayoría debidas a los francotiradores y las minas). Las tropas al mando del general Raymond O. Barton se reunieron con los paracaidistas para empezar a avanzar tierra adentro. Aunque con algunas dificultades, las fuerzas aerotransportadas habían cumplido con creces su misión. Y además, se había empezado a consolidar la primera cabeza de playa del Día D. Sin embargo, a unos pocos km al E, en la playa Omaha se desataba un auténtico infierno...   

 

Fuentes:

ZALOGA, Steven, El Día D (II): La playa Utah. Barcelona, RBA Coleccionables (Osprey Publishing), 2008

RYAN, Cornelius, El Día más Largo. Barcelona, RBA Coleccionables, 2005

JACKSON, Robert, Enciclopedia ilustrada de tanques, carros de combate y vehículos acorazados. Madrid, Tikal, 2016

BEEVOR, Antony, El Día D. La Batalla de Normandía. Barcelona, Crítica, 2010

JACKSON, Robert, Aviones de la II Guerra Mundial. Madrid, Libsa, 2017





 

 

 

 

 

 




[1] Office of Strategic Services, (Oficina de Servicios Estratégicos). Servicio norteamericano de inteligencia y espionaje creado por Roosevelt en 1942, predecesor de la CIA. Estaba dirigido por el general William J. Donovan.  
[2] Esta unidad estaba formada por prisioneros de guerra del Ejército Rojo (Osttruppen) obligados a luchar para sus captores nazis.  
[3] Inicialmente formada como unidad aerotransportada, en ese momento actuaba como una unidad de infantería, aunque reforzada con blindados franceses (principalmente modelos obsoletos).   
[4] En concreto, el general Wilhelm Falley, que murió en una emboscada mientras se dirigía de regreso desde Rennes. Fue el militar alemán de mayor graduación muerto el Día D. En el bando aliado, el militar de mayor rango muerto fue el general de Brigada Don Pratt (101ª División Aerotransportada), murió al estrellarse el planeador en el que viajaba.
[5] Entre estos se encontraba el buque norteamericano USS Nevada, gravemente dañado durante el ataque japonés a Pearl Harbor. Fue reparado y modernizado, volviendo al servicio activo en 1942.
[6] Este formidable avión podía operar como caza o bombardero. Armado con dos ametralladoras MG 131 de 13 mm y dos cañones MG 151/20E de 20 mm, o una bomba de 500 kg. Velocidad: 685 km/h.
[7] Variante del tanque norteamericano M4 Sherman con una plataforma en forma de embarcación impulsada por dos hélices y dos chimeneas de vadeo y ventilación. Armado con un cañón de 75 mm y dos ametralladoras de 7’62 mm: https://www.youtube.com/watch?v=3XuSneN1W8U
[8] Hijo del presidente Theodore Roosevelt y primo del también presidente Franklin D. Roosevelt.

viernes, 7 de junio de 2019


EL DÍA D: ORÍGENES Y PLANIFICACIÓN

Estos días se cumplen 75 años del Desembarco de Normandía, numerosos mandatarios de todo el mundo han asistido a las celebraciones, en las que también han estado presentes varios veteranos de aquel histórico acontecimiento. Aquel martes 6 de junio de 1944 (conocido como el Día D), empezó la invasión de la Europa Occidental ocupada por los nazis desde 1940. Soldados de quince naciones (encabezados por los EEUU, Gran Bretaña y Canadá) atacaron la costa normanda por tierra, mar y aire. ¿Cómo se preparó esta extraordinaria operación militar?, ¿qué sucedió en las playas normandas aquel famoso día?, a lo largo de cuatro artículos, trataré de narrar el Desembarco de Normandía y así responder a estas cuestiones.  En este primer artículo relato cómo se gestó esta operación militar colosal. Ya en 1942 los Aliados empezaron a considerar seriamente operaciones anfibias en la Europa occidental. Desgraciadamente, el único intento serio llevado a cabo fue un ataque al puerto francés de Dieppe que acabó en un total desastre aliado. El objetivo de esta acción (operación "Jubilee") era aliviar parte de la enorme presión que sufrían las fuerzas soviéticas en el Frente del Este, así como comprobar el estado de las defensas alemanas de la Europa ocupada.  El 19 de agosto de 1942, una fuerza militar anglocanadiense combinada de tierra, mar y aire atacó Dieppe. A pesar de desembarcar carros de combate Churchill y del apoyo de ocho destructores y varios escuadrones de cazas y bombarderos de la RAF (Royal Air Force), la operación fue un completo fracaso. Muchos de los soldados fueron inmovilizados por los alemanes y masacrados en las playas y los carros fueron destrozados. El único éxito del día lo lograron los comandos británicos (una fuerza especial muy bien equipada y entrenada), que pudieron destruir algunas baterías costeras nazis y escapar por mar rápidamente. El resultado final fue desolador: hubo más de 4000 bajas[1] aliadas frente a las 600 alemanas. Los Altos Mandos Aliados llegaron a una conclusión clave: no se puede atacar frontalmente un puerto fuertemente defendido. Había que buscar otras opciones, como desembarcar en una zona menos protegida y preparar una gran fuerza militar para ello, así como mejorar el entrenamiento de las tropas, crear puertos flotantes para asegurar los suministros y coordinar más eficazmente los desembarcos con apoyo aéreo y naval. También se empezaron a diseñar nuevos blindados adaptados para desembarcar en las playas y apoyar a la infantería. Por su parte, los alemanes decidieron no solo reforzar las defensas de la zona, sino continuar con un proyecto militar defensivo a una escala nunca vista hasta ese momento: el Muro Atlántico. Este había empezado a levantarse en 1941. Básicamente, consistía en una inmensa línea de fortificaciones, búnkeres de hormigón (hasta 15000), y baterías de artillería. Había que proteger los casi de 5000 km de costa entre Noruega y el Golfo de Vizcaya.   

Conforme avanzaba la guerra, la idea de un nuevo desembarco ganó impulso entre los militares angloamericanos. A pesar de la enorme colaboración norteamericana, los Aliados aún estaban lejos de poder reunir una fuerza lo suficientemente fuerte como para atacar el continente europeo. A comienzos de 1943, los líderes Winston Churchill y Franklin Delano Roosevelt aplazaron el ataque como mínimo hasta 1944. Esto no agradó en absoluto al dictador soviético Josep Stalin, que esperaba la invasión de Europa aquel mismo año.  Pese a esta decisión, se aceleraron los preparativos para diseñar y preparar la futura operación creando una junta militar específica. Esta recibió el nombre en clave COSSAC, con el teniente general británico sir Frederick Morgan al frente. El plan inicial de invasión (diseñado en agosto de 1943 y que recibió el nombre en clave "Overlord"; mientras que las operaciones navales y de desembarco se denominaron operación "Neptuno") consistiría en desembarcar 29 divisiones[2] de infantería en una franja de terreno en el N de Francia y atacar desde el aire con dos divisiones aerotransportadas de apoyo. Se barajaron dos lugares posibles de desembarco: el Paso de Calais y la Península de Cotentin. El primero ofrecía un camino más corto, pero estaba muy bien defendido, por otra parte, la Península de Cotentin resultaba más accesible de cara a un desembarco masivo de hombres y material, y además, las fortificaciones del Muro Atlántico en dicha zona eran relativamente débiles. Finalmente se eligió la zona de Normandía. También se descartó la opción de desembarcar en Bretaña por las grandes distancias y las posibles dificultades para la movilidad de la flota.

Durante la Conferencia de Teherán (noviembre de 1943) se fijó definitivamente la invasión para la primavera de 1944. De este modo, se logró contentar a un impaciente Stalin, que llevaba ya un tiempo reclamando a sus aliados angloamericanos la apertura de un segundo frente en Europa. Una de las decisiones fundamentales fue el nombramiento del general Dwight David Eisenhower (que en aquel momento comandaba las fuerzas Aliadas en la campaña italiana) como comandante en jefe de Overlord. Templado, con gran capacidad de liderazgo y meticuloso, no dejó nada al azar. Poco después se constituyó el llamado SHAEF[3], con los siguientes militares para dirigir la invasión:

Comandante supremo aliado: general del Ejército[4] D.D. Eisenhower

Vicecomandante supremo: mariscal del aire[5] Arthur Tedder

Jefe de Gabinete: teniente general Walter Bedell Smith

Comandantes de las Fuerzas Terrestres:

general Bernard Law Montgomery (el 21º Grupo de Ejércitos, que engloba a todas las fuerzas de tierra)

general Omar N. Bradley (1º Ejército norteamericano)

Comandante de las Fuerzas Aéreas: mariscal del aire Trafford Leigh-Mallory

Comandante de las Fuerzas Navales: almirante Bertram Ramsay.

Este nuevo equipo, de gran experiencia militar durante el conflicto, revisó detalladamente el plan trazado por COSSAC medio año antes. Montgomery propuso varios cambios importantes: por un lado, amplió la línea de ataque a una franja de ochenta km de longitud, aumentó la fuerza de invasión a cinco divisiones y fijó en tres el número de divisiones aerotransportadas para Overlord.

Mientras todo esto se producía, los alemanes también movieron ficha. Hitler sabía que tarde o temprano los Aliados atacarían el O de Europa. La cuestión era dónde y cuándo lo harían. A mediados de 1943, el mariscal de campo Erwin Rommel fue nombrado comandante en jefe del Grupo de Ejércitos B de la Wehrmacht. Esta fuerza militar instalada en el N de Francia estaba compuesta por los ejércitos 7º (al mando del general Dollmann), 15º (general Von Salmuth), y el 84º Cuerpo de Ejército (general Marcks). A estas fuerzas había que sumar un fuerte contingente blindado, el Grupo Panzer Oeste, bajo el mando del general Von Schweppenburg. En 1944 las defensas del Muro Atlántico estaban en gran parte incompletas debido a la falta de material, recursos y personal. Rommel comenzó a minar el Canal de la Mancha y reforzar las defensas de las playas. Intuitivo y brillante, se dio cuenta rápidamente que había que detener a los Aliados en las playas, no dejar que penetrasen tierra adentro. Su superior tenía otro criterio distinto. Para el también inteligente mariscal Gerd Von Rundstedt[6] había que dejar avanzar al enemigo para después destruirlo con las divisiones Panzer. Sin embargo, había dos graves inconvenientes a esta opción: las fuerzas blindadas solo podían desplazarse si Hitler lo ordenaba personalmente, y la descomunal superioridad aérea de los Aliados sobre la Luftwaffe (a esas alturas de la guerra, estaba muy mermada por la falta de combustible, las necesidades del Frente del Este y la defensa del territorio del Reich y su industria, bombardeada sin cesar por los Aliados). Además, la Marina alemana (Kriegsmarine) tampoco pasaba por su mejor momento, sus buques y submarinos estaban dispersos y bloqueados en los puertos por los ataques de la flota Aliada y la falta de combustible. Todos estos factores contribuyeron a la derrota germana final.     

Volvamos a los preparativos. Hizo falta casi un año para reunir, entrenar y abastecer a las fuerzas Aliadas: se construyeron y enviaron al Reino Unido miles de lanchas de desembarco, aviones, barcos de transporte y millones de toneladas de suministros de todo tipo, desde botas y gasolina hasta cigarrillos. Durante los primeros meses de 1944, la isla se convirtió en una gigantesca base militar. 1.750.000 soldados Aliados y 50000 tanques y vehículos blindados, junto con una gigantesca armada de más de 6000 barcos y 11000 aviones formaban la fuerza de invasión. Además de la planificación, hubo dos bazas clave en el éxito aliado: el espionaje y las operaciones de engaño. Se llevó a cabo la llamada Operación "Fortitude", englobada a su vez en otra mayor ("Bodyguard"). Hay que destacar la labor del espía español Juan Pujol (alias “Garbo”). Creó una red ficticia de informadores en Reino Unido para enviar a los alemanes información falsa constantemente. Nunca fue descubierto por el Abwehr[7]. Su papel fue muy importante, hizo creer al mismo Hitler que los Aliados desembarcarían en Calais. Los servicios secretos aliados engañaron a los alemanes haciéndoles entender que los desembarcos se producirían en Noruega, España o los Balcanes, entre otros enclaves. Además, se construyó un ejército totalmente falso: cientos de hinchables en forma de aviones, camiones, jeeps y tanques fueron colocados al E de Inglaterra para simular la existencia de varios ejércitos listos para atacar. Todo estaba listo. En mayo, las fuerzas aéreas norteamericanas y británicas bombardearon sin descanso aeródromos, fábricas, estaciones de radar y ferrocarril, depósitos de combustible y puentes. Había que minimizar al máximo la respuesta alemana a la invasión. Desgraciadamente, murieron miles de civiles franceses y belgas en estos bombardeos.

Las espadas estaban en todo lo alto la primera semana de junio de 1944. Eisenhower tuvo que tomar la difícil decisión de posponer el ataque, con todos los riesgos que esto conllevaba. La mala climatología (con fuertes tormentas en el Canal de la Mancha) obligó a aplazar el desembarco 24h más, al martes día 6 de junio. Ese era el único con buen tiempo en la zona y además con marea baja, las mejores condiciones para un desembarco anfibio. La noche del 5 al 6 de junio, toda la enorme fuerza de invasión Aliada se puso en marcha hacia la costa de Normandía. Una de las batallas más importantes de la Historia estaba a punto de comenzar.

Continuará

Fuentes:

http://www.combatreels.com/the_cossac_plan.cfm

JORDAN, David, y WIEST, Andrew, Atlas de la II Guerra Mundial. Madrid, Libsa, 2005

GILBERT, Martin, El Desembarco de Normandía. El Día D. Madrid, Altaya, 2007

FORD, Ken, Desastre en Normandía: el primer Día D. Barcelona, RBA Coleccionables (Osprey Publishing), 2008

 





 

  




[1] En terminología militar, número de muertos, prisioneros, heridos y desaparecidos.
[2] Una división de infantería está compuesta por diez mil soldados aproximadamente.
[3] En inglés, Cuartel General Supremo de las Fuerzas Expedicionarias Aliadas.
[4] Rango militar norteamericano, el segundo más alto del escalafón (con 5 estrellas).
[5] Rango más alto de las Fuerzas Aéreas británicas.
[6] Comandante del OB WEST, el Alto Mando alemán de las fuerzas armadas del Oeste.
[7] Servicio alemán de inteligencia y espionaje.