martes, 9 de marzo de 2021

LA CONQUISTA DEL REINO DE NAVARRA

Dentro de la Historia de Navarra, uno de los acontecimientos más estudiados (y también por desgracia, más manipulados) es el tema de la conquista del Reino de Navarra por Castilla en 1512. Ha sido objeto de múltiples debates por parte de los historiadores durante bastante tiempo e incluso levanta polémica a día de hoy: ¿fue simplemente la conquista de un reino por otro en medio de un contexto bélico a nivel internacional?, ¿una anexión con duras consecuencias para Navarra? En este nuevo artículo, trataré de explicar cómo y por qué se produjo este hecho decisivo en la Historia navarra. Para ello, empezaré con sus antecedentes, desarrollaré la conquista y finalizaré con una conclusión.

Como en cualquier hecho histórico, para explicarlo, es necesario conocer sus antecedentes primero. Situémonos a finales del siglo XV, en 1479. Un niño llamado Francisco Febo se convierte en rey de Navarra. Hijo de Gastón (Conde de Foix), y Magdalena de Francia (hermana del rey Luis XI de Francia), su llegada al trono se produce en un momento muy delicado para el reino navarro: está agotado y dividido tras una Guerra Civil entre Carlos (Príncipe de Viana, apoyado por la facción nobiliaria de los Beaumonteses), y su padre el rey Juan II de Aragón (apoyado por los nobles Agramonteses). Además, se había convertido en una pieza más en el tablero de juego peninsular que protagonizaban los reinos de Castilla y Aragón; que ese mismo año formaron una unión dinástica tras el matrimonio entre Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón.

Con la llegada del joven Francisco al trono, entraba en Navarra una nueva dinastía de origen francés: la Casa de Foix. Esta tenía un amplio poder y dominios territoriales al S de Francia (el Condado de Foix, el Vizcondado de Bearne, Bigorra, Marsan y Gavardan). Esto supuso que el Reino de Francia ejerciera una creciente influencia sobre Navarra. Mientras tanto, el rey de Aragón Fernando el Católico, quedó prudentemente a la espera del desarrollo de los acontecimientos. Sus intereses territoriales y políticos en Italia chocaban directamente con los franceses y ahora también con sus intereses en el Reino de Navarra, ya que la poderosa facción Beaumontesa (que anteriormente había luchado contra su padre), ahora le apoyaba.

Magdalena de Francia, en aquel momento regente del reino ante la minoría de edad de su hijo, consciente de la difícil situación, decidió pactar una tregua en Zaragoza en 1479. Consiguió que Fernando el Católico apaciguara a sus partidarios, obligándoles a jurar lealtad al nuevo rey navarro. A cambio, Magdalena de Francia intercedería para que su hermano Luis XI les devolviera antiguos territorios que había confiscado. A simple vista, parecía que Navarra ganaba estabilidad y tranquilidad. Sin embargo, el rey Francisco Febo murió en Pau en 1483, poco después de su coronación. De nuevo, volvía la inestabilidad al reino. Aunque el testamento otorgó la sucesión a la hermana de Francisco, Catalina; que se convirtió en reina con apenas trece años; había que casarla con un príncipe de otro reino para asegurar cierta estabilidad. Las Cortes navarras y Castilla intentaron sin éxito un enlace entre Catalina y Juan, heredero castellano. Finalmente, fue el rey de Francia el que se llevó el gato al agua al lograr un matrimonio entre la princesa y el noble francés Juan de Albret[1].

Esto empeoró las relaciones con Castilla, ya que colocaba al Reino de Navarra directamente bajo la órbita francesa. Incluso la nobleza Agramontesa (partidaria de los monarcas navarros) quedó descontenta, ya que preferían evitar una mayor influencia francesa en el gobierno. Así pues, los nuevos monarcas, Catalina y Juan, comenzaban su reinado (1483-1512), de forma complicada, rodeados de enemigos y con pocos apoyos. Durante varios años, trataron de mantener su soberanía y autoridad, aunque cada vez era más difícil. Por un lado, debían apoyarse en Castilla y Aragón para controlar a Luis de Beaumont (líder de los Beaumonteses de gran poder e influencia en el reino) y evitar una nueva guerra civil, y al mismo tiempo, defender sus intereses territoriales en el S de Francia de las ambiciones cada vez mayores del rey Luis XII[2]; al que debían vasallaje. ¿Cuánto podía aguantar el reino en una situación tan precaria?.

Este frágil equilibrio empezó a resquebrajarse en 1504. Fernando el Católico se casó con Germana de Foix (cuya familia también reivindicaba el trono navarro) para debilitar al reino. Por si fuera poco, en 1507, Catalina y Juan tuvieron que sofocar una revuelta Beaumontesa. Sus bienes fueron confiscados y sus plazas ocupadas (Viana, Andosilla, Lerín y Mendavia, entre otras). A partir de 1510, la coyuntura internacional empezó a afectar también al reino. El conflicto entre Francia y la Monarquía Hispánica por distintas posesiones italianas se complicó cada vez más. Los reyes de Navarra, que además habían recibido otro golpe; la confiscación de todos sus bienes por el rey Luis XII y el Parlamento de Toulouse[3]; optaron por mantenerse al margen de la situación.

Los acontecimientos se precipitaban rápidamente, atrapando a Navarra en un callejón sin salida. El Papa, Inglaterra, Castilla y Aragón se unieron contra Francia en una alianza bajo el nombre de Santa Liga. Catalina y Juan debían elegir: apoyar a Luis XII de Francia para conservar el reino y los pocos territorios y derechos que les quedaban, o unirse a la Santa Liga. De nuevo, no se comprometieron con ninguno de los bandos. Esta decisión traería dramáticas consecuencias para Navarra.

Abril de 1512: se produce un nuevo giro de la situación. Muere Gastón de Foix, aliado y cuñado de Fernando el Católico. Para evitar que el reino de Navarra caiga en manos de Germana de Foix; puesto que también reclamaba sus derechos sucesorios; Francia decide intentar un acercamiento a los monarcas navarros, y decide restablecer los contactos diplomáticos para atraer a Navarra a su lucha contra la Santa Liga. La respuesta de Fernando el Católico no se hizo esperar: solicitó al Papa Julio II que amenazara con excomulgar a Catalina y Juan si se aliaban con Luis XII. La presión diplomática cada vez era más intensa y en junio llegó al límite. Si los reyes de Navarra no dejaban pasar a tropas españolas e inglesas camino de Francia, el reino sería invadido. En el último momento, el comandante militar Pedro de Navarra intentó evitar la guerra negociando con el monarca aragonés, ofreció el apoyo del reino a la Santa Liga a cambio de no permitir el paso de ningún ejército francés hacia territorio español. Fracasó, no hubo acuerdo. La neutralidad de Navarra era ya imposible de sostener, el inicio de las hostilidades era solo cuestión de tiempo.

¿Cómo reaccionaron Catalina de Foix y Juan de Albret? En forma de tratado. El 18 de julio de 1512, el Reino de Navarra y el Reino de Francia firmaron el Tratado de Blois. Ambos se aliaron política y militarmente. Luis XII devolvería todos los bienes incautados a los reyes navarros a cambio de su apoyo contra la Santa Liga. Aunque este acuerdo parecía reforzar la neutralidad del reino al denegar el paso de ningún ejército, en la práctica, colocaba a Navarra frente a Castilla e Inglaterra. Dicho de otro modo, directamente contra Fernando el Católico.

Este no perdió el tiempo. Apenas un día después, el 19 de julio, un ejército compuesto por 12000 soldados, 2500 jinetes y 20 cañones al mando de Fadrique Álvarez de Toledo (Duque de Alba), invadió Navarra entrando por Lecumberri y Etxarri Aranaz. Además, estaban apoyados por 700 hombres capitaneados por Luis de Beaumont (Conde de Lerín) y el Duque de Nájera. Una parte de la nobleza Agramontesa apoyó al ejército castellano. Pedro de Navarra y los reyes Juan y Catalina se retiraron rápidamente hacia Orthez para organizar un contraataque desde allí, ya que prácticamente no hubo tiempo para defender el reino. Cabe destacar la resistencia de la zona del Valle del Roncal y algunas ciudades como Tafalla, Estella o Tudela, que resistieron todavía un mes y medio más a un ejército más fuerte y numeroso. Aunque el avance castellano fue momentáneamente frenado en el valle de la Barranca, llegaron hasta la capital, Pamplona, que se rindió sin luchar el día 25 de julio. A finales de agosto, a Fernando el Católico solo le quedaban por conquistar la zona de Ultrapuertos[4] (que también formaba parte del reino) y vencer la resistencia que aún quedaba en el Roncal. El día 10 de septiembre la conquista ya había finalizado. En menos de dos meses, el viejo reino había sido conquistado por Castilla.

En el frente diplomático, no menos importante, Fernando el Católico solicitó al Papa una Bula (documento oficial) para justificar la conquista e intitularse rey de Navarra. En dicho escrito, Catalina y Juan fueron acusados de cismáticos, es decir, enemigos de la Iglesia. Esto supuso el golpe definitivo a los últimos reyes de Navarra, que perdían todo derecho y soberanía sobre el reino, que pasó a manos de Fernando tras proclamarlo rey las Cortes de Navarra en marzo de 1513; a cambio de jurar sus Fueros.  

En los años posteriores, los Albret intentaron recuperar el Reino de Navarra: en noviembre de 1512, en 1516 y en 1521. Fueron rechazados una vez tras otra por los castellanos, con apoyo de guipuzcoanos, aragoneses y alaveses. Uno de los últimos focos de resistencia fue el del Castillo de Amaiur, donde un grupo de caballeros navarros Agramonteses, al mando de Jaime Vélaz de Medrano, lucharon durante varios meses, hasta su capitulación, en julio de 1522. La nobleza Agramontesa juró fidelidad al rey Carlos V a cambio de su perdón y el Cardenal Cisneros ordenó destruir la mayoría de las fortalezas de Navarra para evitar levantamientos. Aunque hubo notables excepciones como el Castillo de Javier o el Castillo de Marcilla.   

La conquista y la definitiva incorporación a Castilla en 1515 supusieron el fin del Reino de Navarra como entidad política y territorial independiente tras casi ocho siglos de existencia. Sin embargo, mantuvo su singular condición de reino propio con sus instituciones de gobierno (las Cortes, el Consejo real y la Cámara de Comptos) y sus Fueros. A la luz de estos hechos, surgen nuevos interrogantes: ¿hubiera podido mantenerse Navarra como reino independiente? No lo sabemos con certeza, pero es difícil de sostener, ya que en 1512 el reino se hallaba en una situación de extrema debilidad, atrapado en un conflicto entre gigantes (Castilla-Aragón y Francia), y dividido en facciones nobiliarias. El viejo reino intentó mantenerse en pie con un difícil equilibrio diplomático; a pesar de la inestabilidad de sus últimos monarcas; aunque finalmente el contexto político internacional y el choque de intereses acabaron por asfixiar a Navarra, que fue conquistada y anexionada, pero conservando sus leyes e instituciones. ¿Y si el Reino de Francia hubiera recuperado Navarra? Tampoco podemos asegurar que Navarra hubiera sido un reino independiente, pues Francia y sus monarcas cada vez eran más poderosos, ampliaron sus territorios y habían sometido a buena parte de la nobleza gala, por lo que es muy complicado afirmar que los Foix-Albret hubieran podido conservar su soberanía como reyes navarros. En conclusión, hay algo de lo que no hay duda: la Conquista de Navarra cambió para siempre la Historia de esta tierra.  

Fuentes:

Floristán Imízcoz, Alfredo. Historia de Navarra III. Pervivencia y Renacimiento (1521-1808). Pamplona, Colección Temas de Navarra, 1994

Ramírez Vaquero, Eloísa. Historia de Navarra II. La Baja Edad Media. Pamplona, Colección Temas de Navarra, 1994

Menezo, Juan José. Reinos y Jefes de Estado desde 712. Madrid, Historia Hispania, 2005

VVAA. Semana de estudios medievales de Estella. En los umbrales de España. La Incorporación del Reino de Navarra a la Monarquía Hispánica. Pamplona, Gobierno de Navarra, 2011.

VVAA. Atlas Histórico visual de Navarra. Pamplona, Gobierno de Navarra, 2005.   

 







 

 

                    



[1] Perteneciente a una importante familia, sus dominios se extendían por Albret, Limoges, Perigord y Turena.

[2] Sucesor en el trono de Francia tras la muerte de su primo Carlos VIII, hijo de Luis XI.

[3] Equivalente actual a un tribunal de Justicia.

[4] Este territorio fue abandonado en 1530 por la dificultad para su defensa, e incorporado de nuevo a Francia en 1610.