sábado, 10 de agosto de 2019


EL DÍA D III: OMAHA

Omaha. Esta playa de 1.200 m de longitud está a punto de pasar a la historia bélica como sinónimo de muerte y horror. Sin embargo, a las cuatro de la mañana de aquel 6 de junio de 1944, los miles de soldados agolpados en grandes buques no son conscientes de esto. Aún no ha amanecido cuando los hombres de la 1ª División de Infantería[1] y la 29ª División empiezan a embarcar en las distintas lanchas LCVP (Landing Craft Vehicle and Personnel, para transporte de infantería) y las LCT, (Landing Craft Tank, para los tanques). Como en la playa Utah, los bombarderos empiezan a arrojar miles de toneladas de bombas sobre las defensas germanas. Al mismo tiempo, decenas de cruceros y destructores apoyan el ataque lanzando todo su potencial (incluidas lanzaderas de cohetes instaladas en los propios buques). A primera vista, parecía que iba a ser pan comido para las tropas aliadas, que creen que el desembarco va a ser un paseo. Nada más lejos de la realidad. Por diversos errores de cálculo, los bombardeos aéreos y navales casi no han hecho efecto en los alemanes. Los barcos aliados se extienden a lo largo de toda la costa normanda, creando una imagen única. El testimonio del soldado alemán Werner Pluskat es revelador, no podía creer la magnitud de la fuerza de invasión que tenía justo delante:

“-Es la invasión. Miradla- Cogió el teléfono y llamó al comandante Block que estaba en el Cuartel General de la 352ª División.

-Block, es la invasión. Debe haber diez mil barcos- Sus propias palabras le resultaron increíbles.

- ¡No puede ser, Pluskat! -chilló Block-. Entre todos los barcos americanos e ingleses no suman tantos. ¡Nadie tiene tantos barcos!

La respuesta de Block sacó a Pluskat de su asombro.

-Si no me crees, ven a verlo tú mismo. ¡Es fantástico! ¡Es increíble! - siguió gritando.

Hubo una pequeña pausa, y Block preguntó:

- ¿Hacia dónde se dirigen esos barcos?

Pluskat, con el teléfono en la mano, miró por la abertura del búnker, y contestó:

-Directamente hacia mí.”

Las divisiones alemanas 352ª y 716ª estaban alerta tras el bombardeo. Rápidamente empiezan a preparar todas las armas a su disposición para rechazar el desembarco. Cabe destacar que la primera de estas unidades había sido fuertemente reforzada con infantería y artillería anticarro, antiaérea e incluso carros de combate de apoyo. Por otra parte, la 716ª era más débil. Tenía menos efectivos (en parte soldados de los batallones Ost, ya mencionados en el anterior artículo), peor entrenamiento y armamento obsoleto. Esto no significó que no lucharan prácticamente hasta la muerte durante el Día D.  

6:30 de la mañana. Dos batallones de carros de combate desembarcan en la playa Omaha. De un total de 96 carros Sherman DD, 55 logran llegar intactos, sobreviviendo al fuerte oleaje (varios tanques se hundieron antes de alcanzar la orilla), a las minas y al fuego contracarro alemán. Sin embargo, se encuentran con dificultades para apoyar a la infantería. Los transportes anfibios también acabaron en el fondo del mar, perdiéndose varias piezas de artillería. Estas circunstancias van a causar grandes pérdidas a los soldados, que se encuentran desprotegidos en el momento de tocar tierra. La playa Omaha está fuertemente defendida, de hecho fue la más difícil de tomar por las tropas Aliadas aquel día. Los alemanes habían preparado un sangriento recibimiento: postes minados, erizos metálicos para destruir las lanchas de desembarco y "puertas belgas"[2]. Además, había ocho búnkeres de hormigón, tres casamatas y otros reductos con cañones antitanque, baterías de artillería, nidos de mortero y ametralladora, y emplazamientos con lanzacohetes. En resumen, los norteamericanos se van a encontrar con una playa fortificada y armada hasta los dientes.     

Casi al mismo tiempo en el que los tanques intentan desembarcar, las compuertas de las LCVP se abren: comienza una auténtica masacre. Unidades enteras pierden a casi todos sus hombres y oficiales en pocos minutos. Las temibles ametralladoras germanas MG42[3] y los morteros aniquilan por decenas a las fuerzas norteamericanas. Muchos mueren nada más salir de las lanchas, otros se ahogan por el peso de su equipo o son rápidamente abatidos al poco de pisar la playa. Para que el lector se haga una idea de lo que fue este momento, basta con ver los primeros minutos de la  película Salvar al Soldado Ryan, es una recreación perfecta de la carnicería que se produjo: https://www.youtube.com/watch?v=XoSJV54BLmw.

Aunque la distancia hasta el malecón era de solo 300 m, avanzar un solo metro se convirtió en una lucha a vida o muerte. La primera oleada de asalto queda inmovilizada en un sangriento caos que durará varias horas. A pesar del apoyo blindado (que también se fue reduciendo, pues varios Sherman fueron destruidos), la situación es preocupante: se están empezando a acumular hombres, vehículos y suministros a lo largo de la playa y las tropas casi no han podido avanzar. Los médicos no dan a basto para atender a decenas de heridos y los ingenieros de la Marina intentan desesperadamente despejar obstáculos para empezar a abrir salidas hacia tierra adentro, pero debido al fuego enemigo trabajan muy despacio.

A las 7 de la mañana desembarca la segunda oleada de tropas. Con éstas lo hacen también el general de brigada Norman Cota y el teniente coronel Charles Canham. Ambos van a ser fundamentales para guiar a los soldados a través de la playa. Rápidamente, avanzaron hasta un terreno escarpado para encontrarse con sus hombres. Es en estos duros momentos cuando el teniente coronel George Taylor, de la 1ª División pronunció unas históricas palabras que han pasado a la Historia militar: "¡Hay dos tipos de hombres en esta playa, los muertos y los que van a morir, así que salgamos de aquí cuanto antes!". Mientras tanto, Canham y Cota; este herido en un brazo, puro en boca y pistola en mano; fueron animando valientemente a la tropa para que saliera de la playa a través de camino elevado de Les Moulins. Poco a poco y en reducidos grupos, los soldados norteamericanos empezaron a salir de la playa. Las minas y los francotiradores causaron algunas bajas. Eran las 8:00 de la mañana. Los Aliados aún tardarían más de una hora en capturar el primer gran búnker germano: el WN-60. A pesar de todo, la lucha continuaba siendo muy intensa y en la orilla todavía se amontonaban hombres y suministros.     

Los Altos mandos no las tenían todas consigo. Desde el puente de mando del crucero pesado USS Augusta, el general Omar Bradley, el contraalmirante Alan Kirk y el general Ralph Royce observan la situación con enorme preocupación. Si las fuerzas norteamericanas no logran tomar y asegurar Omaha, la operación Overlord estará en peligro. Miles de hombres podrían quedar atrapados entre el mar y los alemanes. Además, habría que diseñar una compleja operación auxiliar de reembarque de las tropas, con todos los riesgos que ello conlleva (véase lo sucedido cuatro años antes en Dunkerque[4]). Deciden intervenir rápidamente: ordenan a los destructores USS McCook, Carmick, y Emmons que abran fuego. Durante más de dos horas, destrozan varios emplazamientos y baterías alemanas. Sin duda, esto ayudó a mejorar la situación. Por otro lado, el general Dietrich Kraiss tuvo que desviar parte de sus tropas más al E para hacer frente a los desembarcos británicos. Impidiendo de esta forma que los hombres que defendían la playa pudieran ser reforzados. 

Hay otro punto clave en este sector de terreno normando donde desembarcaron los Aliados: Pointe du Hoc. La inteligencia creía tener información fiable de que los alemanes habían apostado allí varios cañones. Se diseñó una operación de asalto específica para capturarlos. El 2º Batallón de Rangers al mando del teniente coronel James Rudder desembarcó al pie de los acantilados de Pointe du Hoc. La tarea se convirtió en todo un reto, los soldados tuvieron que escalar una empinada pared de 30 m de altura siendo continuamente hostigados por fuego enemigo. Una vez en la cima, tras vencer la resistencia alemana, se encontraron con una desagradable sorpresa: los cañones eran falsos, de madera. Los auténticos habían sido retirados tierra adentro (serían encontrados y destruidos posteriormente). Rápidamente, los hombres de Rudder quedaron atrapados y tuvieron que hacer frente a fuertes contraataques de granaderos alemanes. Finalmente, casi sin suministros ni municiones, tras sufrir numerosas bajas y resistir durante casi un día entero, fueron rescatados por Rangers del 5º Batallón. Debido a las cuantiosas bajas y los graves fallos de inteligencia, esta acción ha sido considerada por los historiadores como una de las operaciones más ineficaces del Día D.         

Hacia media mañana, las fuerzas Aliadas ya estaban avanzando a través de varias salidas abiertas por los ingenieros, facilitando la llegada de más refuerzos. Al mismo tiempo, los alemanes se vieron superados y sin municiones, por lo que empezaron a rendirse. Los informes por fin eran favorables: la playa Omaha había sido tomada y comenzaba el avance tierra adentro. Sin embargo, el precio fue terrible, más de 2000 hombres fueron muertos o heridos. Por momentos, toda la invasión pendió de un hilo. Omaha fue sin dudas uno de los puntos críticos de la jornada. En las siguientes horas, llegó el turno de los británicos y canadienses, que desembarcaron en las playas Gold, Juno y Sword. Estas acciones las narraré en el próximo articulo.

Fuentes:

ZALOGA, Steven, El Día D (I): La playa Omaha. Barcelona, RBA Coleccionables (Osprey Publishing), 2008

RYAN, Cornelius, El Día más Largo. Barcelona, RBA Coleccionables, 2005

WILLS, Chuck, Historia ilustrada del armamento. Desde las hachas a las armas automáticas. Madrid, Libsa, 2012

BEEVOR, Antony, El Día D. La Batalla de Normandía. Barcelona, Crítica, 2010

JORDAN, David, y WIEST, Andrew, Atlas de la II Guerra Mundial. Madrid, Libsa, 2005

 







 

                  




[1] Popularmente conocida como "Big Red One". Una de las mejores unidades militares norteamericanas de la guerra. 
[2] Construcción metálica a modo de obstáculo para bloquear los caminos y salidas a los tanques.   
[3] Esta excelente y mortífera arma podía disparar 1.200 disparos por minuto. Fue la ametralladora alemana más temida de toda la Segunda Guerra Mundial. 
[4] En junio de 1940, más de 300.000 soldados belgas, franceses y británicos fueron evacuados por mar de esta ciudad francesa. Aunque la operación Dinamo fue un éxito, la Luftwaffe y la artillería alemana causaron numerosas bajas a las fuerzas Aliadas.